Cambio de profesión... y de vida
- Laura
- 8 nov 2023
- 2 Min. de lectura
Ya se ha hablado mucho de las consecuencias, buenas y malas, que trajo la pandemia para las personas, la economía e, incluso, para la salud mental.
Esos años fueron muy duros y también he tenido que afrontar sus repercusiones. Pero la pandemia a mí me trajo algo bueno: un cambio de profesión que anhelaba
muchísimo.
A lo largo del paro sanitario, los clientes que tenía por allá de 2020, para quienes llevaba sobre todo redes sociales, se fueron yendo poco a poco.
Cuando estaba mentalizada a darme una pausa del trabajo y dedicarme en exclusiva a ser ama de casa, cuando menos por un tiempo, recibí una invitación para trabajar en una universidad virtual desarrollando contenido para algunas materias de licenciatura y, posteriormente, dando clases también.
Yo llevaba ya un tiempo deseando un cambio hacia la investigación y la docencia, porque me gusta mucho aprender, me encanta enseñar y me apasiona saber lo más que se pueda de cualquier tema. Además, consideraba que podría ser muy compatible con mi vida familiar, así que la invitación me vino de maravilla.
También llevaba ya unos años metida en el mundo educativo, aunque mas bien a nivel
educación básica, y había descubierto en mí una pasión por este tema que no sabía que
tenía. Probablemente porque tengo una hija que va arrancando su vida escolar y el futuro de la educación y el mundo profesional que le tocará me causa una gran curiosidad.
Como parte de este camino de aprendizaje y cambio de profesión, he procurado estar en capacitación constante. Así que, cuando se abrió la oportunidad de acceder a la Maestría de Tecnologías para la Educación, me sentí realmente afortunada. En mayo de este año concluí mis estudios y, al mismo tiempo, cumplí el sueño de tener un postgrado.
Ser docente de licenciatura conlleva una gran responsabilidad. Cuando menos así lo siento y lo asumo. Tengo la inmensa fortuna de dar materias de principios de carrera, por lo que mis grupos son numerosos y, aunque a veces mis alumnos llegan un poco confundidos o confiados, la cualidad que siempre tienen es una gran motivación.
Una de mis tareas, mientras comparto tiempo y conocimientos con ellos, es que mantengan viva esa emoción y esa energía. Animarlos a no desistir, a seguir hasta cruzar la meta.
La vida de adulto, a la que muchos de ellos recién están entrando, tiene muchas cosas divertidas, pero también trae cambios, presiones, distracciones y dilemas. El reto para ellos es mantener el foco, y para quienes somos profesores, que nuestros alumnos vean la utilidad real en la información que les damos.
Sin embargo, este trabajo de tanta responsabilidad me ha traído también recompensas increíbles.
Recibir un mensaje de agradecimiento de alguien que dice que tocaste su vida, que lo has motivado o que le diste una nueva perspectiva sobre un tema, brinda una satisfacción que no se compara con nada que haya vivido antes en mi vida profesional.
Estoy profundamente agradecida con esta oportunidad, con mis alumnos y mis colegas, porque no hay nada como saber que has contribuido, con responsabilidad, a la formación de personas.
Sigo feliz, con brazos abiertos, en este cambio de profesión y de vida.
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