El descanso
- Laura
- 11 abr 2016
- 3 Min. de lectura
Me preocupa mucho mi salud. Este año, sin duda, ha sido el más demandante que he tenido física y mentalmente. Cuando menos en mi caso, tener una bebé ha sido una montaña rusa de emociones que van desde la euforia total hasta el agotamiento.
Y, cuando creo que un determinado punto es lo más cansada que puedo estar, pues no, hay un punto más allá.
Veamos, este año he tenido:
- anemia (producto de una complicación post parto)
- conjuntivitis (3 veces)
- esguince cervical
- una contractura permanente en el hombro izquierdo
- la cara entumida
- párpado brincolín
- presión alta
- dos o tres faringitis
- y tantas gripas que ya perdí la cuenta
Explicaciones hay muchas. Julia y la guardería, la época de frío, caerse de sentón cargando una bebé y no poder meter las manos. Pero de unos meses para acá el diagnóstico es el mismo: "su problema es de índole anímico". He escuchado "necesita descansar, necesita relajarse, necesita dormir más" tantas veces, que navego en el típico "esto ya lo viví".
Julia nunca ha dormido de corrido. Bueno, tal vez unas cinco noches en este año. Eso quiere decir que llevo más de un año sin dormir más de tres o cuatro horas seguidas. Porque incluso cuando Julia se ha quedado con sus abuelos, me despierto preocupada porque no la he escuchado llorar, sólo para darme cuenta de que no está en la casa o de que estoy de viaje (ya sé, como maldición gitana).
Es obvio que estoy agotada. Es obvio que se me bajan las defensas. Es obvio que me enfermo de todo.
No hay vitaminas, dieta sana o estilo de vida que aguanten la falta de descanso. Juro que lo que me mantiene en pie es que la fuente de cansancio es también la fuente de las mayores alegrías y satisfacciones de la vida. Y que mi marido coopera. Y que mi trabajo me encanta. Pero es muy frustrante escuchar que debes descansar y saber que eso sólo pasará en el mágico mundo de la ilusión.
Yo no dejo llorar a Julia, me desconsuela sólo pensarlo. Me queda claro que no tiene hambre, ni frío, ni calor, ni fiebre... Pero algo tiene y se despierta. Y ahí está su mamá para acostarla y darle leche o agua y ponerla a dormir de nuevo. Ahí está su mamá como un zombie, pero ahí está.
Sé que cada bebé tiene su ritmo, sé que esta es una etapa (larguita en este caso, diría yo) sé que un día va a dormir de corrido y esto parecerá una aventura lejana. Pero ¿de dónde saca uno resistencia para aguantar hasta ese punto?
Mi última monería es la presión alta. Que porque tengo estrés, que porque no descanso. Típico. Que tengo ansiedad, que necesito dormir. Típico. Me preocupa mucho mi salud.
Aunque la cara dormida y la presión sean una somatización del estrés y no algo en mi cerebro (una tomografía lo comprueba), finalmente siento la cara dormida y me zumban los oídos porque tengo la presión alta. Es delicado y no me gusta. Me hace pensar que no tengo resistencia; que no tengo "lo que se necesita" para esta tarea que apenas empieza, ¿me explico?
¿Soy la única?
Pronto tengo cita con el doctor. Ya sé qué me va a decir y sé que estará complicado. Hagan changuitos por mi sueño y el de mi hija ¡y duerman todo lo que puedan!
Comments