El viaje de una vida
- Laura
- 23 feb 2012
- 3 Min. de lectura
A ver, la historia que me mantuvo alejada de este espacio es larga y muy dolorosa, pero no la voy a contar. Baste con decirles que hoy la situación es diferente y por fortuna, mil veces mejor. Me tocó padecer, (odio decir "sufrir") para hacer cambios positivos, para que cayeran veintes, para crecer. Me encargué de que, cuando menos, fuera útil.
Cuando abrí este blog, decidí que iba a ser espacio de cosas bonitas, positivas. Entonces, si yo no estaba en la capacidad de compartir alegría, tampoco iba a compartir penas. Pero el panorama hoy es distinto y en gran parte esto se debe a un viaje que emprendí y que me dio espacio para mí. Y esto lo digo literal y figurativamente. Me fui a otro país para poner distancia y objetividad, y estando ahí, viajé hacia dentro de mi propia persona.
Y aquí viene lo realmente interesante: en este tiempo para mí, retomé un camino por el que ya había empezado a andar, hace algunos años. El camino increíble del "soy parte de un todo, estoy hecha de lo mismo de lo que está hecho Dios".
No me voy a poner muy espiritual, don't worry. Solamente quiero compartirles mi emoción por este aprendizaje. Es un viaje que empezó motivado por la curiosidad, hace años. Como todo en esta vida es causalidad, por mi camino encontré a quien hoy es uno de mis mejores amigos.
No creo mucho en las almas gemelas, pero por ahí anda. Y hablo de las almas que se han encontrado a lo largo de las vidas y que se acompañan. Sólo que sería como un paso más allá, un alma gemela mayor; un maestro. Gracias a él y a muchas pláticas que hemos tenido, abrí una enorme puerta imaginaria, me asomé y vi lo que había del otro lado.
Encontré un mundo de conceptos, de conocimientos, de sentimientos y de potenciales aprendizajes. Un mundo donde naturalmente sentí que pertenecía. Ya saben, cuando las cosas te parecen "lógicas". Cuando no te peleas con tradiciones o herencias que van, en gran medida, en contra de todo lo que tu crees de la vida -como el cielo o los pecados o la culpa o las diferencias-.
Cuando me asomé del otro lado de la gran puerta imaginaria, supe sin duda, que jamás podría darle la espalda o pretender que no existe eso que había visto.
Aunque sucede que una va por la vida, sujeta a muchos eventos, quita-tiempos y pretextos. Cosas más o menos importantes, que apartaron mi foco de este mundo descubierto. Siento que todo lo que pasó en estos últimos meses me ayudó a darme cuenta de que no quiero que esto vuelva a suceder.
Es como si en un momento del camino, hubiera soltado mi propia mano, la misma que me conecta con quien yo soy, con mi alma. Y nadie puede soltarse a si mismo y no perderse en el camino.
Llega un día donde te cuestionas qué te hace feliz, si estás haciendo lo que te gusta o te apasiona, si tienes un motor interno que te mueve. Y te frustras. Y le encuentras peros a todo. Y dejas de ser feliz. Pierdes de vista que puedes estar bien en la situación que sea y dejas que esas mismas situaciones comanden la vida.
Pero tras de estar tan abajo, no queda más que subir. Está mal, pero cuando tuve el corazón partido fue cuando volteé hacia mi interior con más seriedad. Primero con desesperación y después con esperanza. En ese momento de profunda tristeza, volví a tomar la mano de mi alma, porque necesitaba rescatarla urgentemente.
Y, afortunadamente, no estuve sola. Ahí estuvo conmigo el mejor amigo y otras muchas personas. Mis padres, mi hermano, mi familia, mis amigos. Fueron y son amorosos y pacientes. Tuvieron la calma y la fuerza que muchas veces yo necesité y no encontraba. Ustedes saben quienes son; decirles "gracias" definitivamente no alcanza. A veces no hay palabras pero en el corazón sobra el amor.
Creo que puedo combinar vivir en esta vida tan demandante y al mismo tiempo no saltar mi mano interna. Debo poder. Ya había hablado en otro post acerca del tren del "más, más, más", tan dañino para los temas del alma. Me rehúso a subirme en sus vagones. He comenzado acciones que ayudan, pero es un trabajo diario. Es un músculo que ejercitas todos los días. Pero el esfuerzo trae tal vez las mejores recompensas: tranquilidad, plenitud, encontrar la felicidad a través de la felicidad de los otros.
La vida hoy es diferente. Los planes son nuevos, los retos también. Deseo comprender la vida, sus misiones, las cosas como son. Me entusiasma compartir felicidad con la gente que me rodea. Y aunque disto mucho de ser perfecta, procuro llenar mi corazón de esperanza, compasión y alegría.
Así es como quiero abrazar el futuro y así es como quiero vivir, pase lo que pase, toda mi vida.
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