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Monotema

  • Foto del escritor: Laura
    Laura
  • 12 abr 2015
  • 3 Min. de lectura

Cuando supe que estaba embarazada le pedí a mi esposo que no me dejara volverme "monotema". No quería ser esa típica señora que sólo habla de bebé, bebé, bebé y temas relacionados. Bueno, pues hemos fracasado.


Un poco porque todo mundo te pregunta sobre el bebé y acabas hablando de eso inevitablemente. Otro poco porque, de verdad, los bebés llegan a modificar la vida desde el segundo uno en que crecen en la panza, efectivamente, todo gira en torno a ellos.


Y ahora que Julia ya llegó, las transformaciones y los ajustes están más rudos. La bebé se ha vuelto el centro de todas mis actividades, más porque estoy amamantando y eso hace que tenga que estar disponible y cerca de ella las 24 horas del día.


No me pesa, porque además sé que esto es lo mejor para mi bebé, pero cuando quieres hacer pipí con urgencia y traes a la chamaca pegada, de verdad que no puedes evitar extrañar esas épocas doradas en que ibas al baño cuando se te daba la gana. O te metías a bañar, o comías...


Confieso que he llorado mucho estos días, por todas las razones posibles y sé que no soy la única mamá que ha pasado por esto. Lloré de emoción y felicidad, tomada de la mano de mi esposo, cuando escuchamos el llanto de Julia que anunciaba su llegada a este mundo. Lloré de ternura la primera vez que le canté a mi bebita una de las canciones que le ponía en la panza y ella se quedó tranquila, mirando mis ojos. Es de los momentos más bonitos de mi vida.


Lloré de desesperación el primer día que mi hija lloró sin parar y yo no entendía qué tenía. El sentimiento de impotencia era una pesadilla porque, si yo no sabía qué le pasaba, yo que soy su mamá, ¿quién lo iba a saber?


Ya después comprendí que tampoco tengo por qué saberlo todo. Soy mamá nueva y cada bebé es diferente. Incluso es diferente de si mismo de un día a otro.


No voy a mentir, ha habido un par de momentos en que pensé "no puedo". Creo que era el cansancio hablando (a veces me habla todavía). La realidad es que sí puedes. No sabes cómo lo haces, pero sigues y sigues. Aprendo cada día, observo a mi bebé y la voy conociendo más.


Me apoyo en mi esposo para hacer equipo. Ajusté los horarios. Procuro hacerme resistente a la frustración de tener los trastes del desayuno sucios a las 2 de la tarde. Es mil veces más importante contemplar a Julia dormir. Ver cómo respira, cómo hace caritas, escuchar los soniditos que hace entre sueños.


Y en las noches, ni siquiera me lo cuestiono. Obviamente tengo sueño, pero escucho a Julia y se enciende una alarma, brinco de la cama y vámonos: pañal, comida, palmaditas en la espalda, cambio de lado, palmaditas, revisar pañal y a dormir... Y muchos besos y apapachos para ella en medio de todos esos pasos. Sí, es cansado. Sí, sueño con dormir de corrido, como antes, pero nada supera la risita de mi hija. Nada.


Entonces, sí. Es probable que sea un poco monotema por algún tiempo. Pero sucede que mi hija es mi tema favorito y, además, es un tema que tiene noticias nuevas y emocionantes todos los días. Y es lo más enriquecedor que me ha pasado...


Porque, si alguna vez dudé sobre de qué iba mi vida, todo quedó claro el día que nació Julia, con eso que sentí en mi cuerpo en el instante en que nuestras miradas se cruzaron por primera vez.


¡Nos leemos pronto!

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