Relaciones amor / odio (con la comida)
- Laura
- 11 ago 2013
- 3 Min. de lectura
¡Ah, verdad! Seguro juraron que les iba a escribir de amores tormentosos y dramas del corazón, pero no. Aunque las relaciones amor / odio son normalmente calamidades sentimentales, afortunadamente no sufro por estos temas. (O bueno, no más que cualquier otra persona).
La relación amor / odio más cruel, más descarnada, más tormentosa que vivo y afronto día con día es esa que tengo ¡CON LA COMIDA! *suenan gritos de terror*
Estudios muy cañones parecen indicar que eso de subir de peso se debe a una clara razón: me gusta la comida y me gusta comer. Y para mi desgracia, la comida que más me gusta es la que más kilos aporta: lo frito, lo gratinado, lo que lleva crema, lo que tiene mermelada, los chocolates… No puedo mentir: ¡me gusta la comida que engorda!
El verdadero problema es que, pues una ya no tiene 20 años, ¿verdad? Y lo que antes se solucionaba con 3 nochecitas de cena ligera, ahora cuesta sangre, sudor, sufrimiento y drama. Pero justamente porque ya pasé los veinte, ha llegado la hora de cuidarse, revertir el daño y prevenir.
Y ojo, tampoco es que me la haya pasado tragando tortas de tamal y pasteles día y noche, pero es un hecho que antes podía comer sin reparo y ahora, pues no tanto.
Llevo un año cambiando poco a poco de hábitos alimenticios, en gran parte también provocado por los problemas de salud que tuve el año pasado, sobre todo una anemia muy fuerte.
Cosas como no consumir lácteos y preferir leche de almendras. Bajarle al consumo de carne roja y optar por proteínas vegetales. Comer mucho pescado, verduras verdes, tomar antioxidantes, subirle al agua… ¿Milanesas? ¡De qué me hablas! Aquí nomás se come pescado a la plancha.
Este tipo de cambios pueden ser apabullantes. Echarse un clavado al mundo de la comida sana es enfrentarse a una cantidad de información impresionante.
Lo primero que viene es el susto: “¡He comido porquerías todos estos años! ¿Cómo puedo estar viva?”. Lo segundo es el agobio: “Y ahora, ¿por dónde empiezo?”. Lo tercero es la confusión: “¿Quinoa qué? ¿Espirulina dónde? ¿Xoconostle whaaaat?” Y después, finalmente, vino el “manos a la obra”.
Tengo la gran fortuna de contar con el apoyo de una Health Coach, quien además es una de mis mejores amigas de la vida, (información aquí). Si bien no me puede obligar a comer lo que debo, a hacer ejercicio o a meditar por las noches, sí es una excelente guía y un soporte muy efectivo para recordarme por qué estoy cambiando, a dónde quiero llegar, qué quiero conseguir.
Además, me da consejos, orientación y hasta recetas para hacerme la vida más sencilla y no renegar. Porque, seamos sinceros, nadie quiere comer ensalada perpetuamente o jamás volver a comer postre. El cuidarse de manera constante y comiendo rico da chance de, de vez en cuando, darse un lujo. Y el consejo del jugo verde mañanero ha sido una maravilla en mi vida.
Obviamente estoy empezando, no soy experta. He fallado con las dietas antes, por eso voy con calma. Porque la idea es que esto no es “por un rato”, es un cambio de vida permanente.
Y no está siendo un cambio sencillo; ha habido más de una pizza y un café con crema y chispitas de chocolate por ahí. Pero bueno, sería peor no haber empezado nunca. Además, viene mi boda, ¡que mejor aliciente!
Entonces, el amor / odio con la comida será una relación con la que tendré que aprender a vivir, pero espero que sin rencores. La comida me ama y yo la amo, así que ni modo de irnos a pelear a estas alturas.
¿Y ustedes, cómo se llevan con la comida?
¡Nos leemos pronto!
Комментарии