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Soy lágrima pronta

  • Foto del escritor: Laura
    Laura
  • 26 mar 2013
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 15 jul 2024

Soy MUY lágrima pronta. Lloro de tristeza, claro, pero también de felicidad, ternura, emoción, coraje y de prácticamente cualquier sentimiento en el rango humano.

Y no sólo eso, he llorado en casi cualquier lugar que me digan, público y privado: en la cama, la regadera, el coche, restaurantes, bares, cafés, antros, escuelas, oficinas, gasolineras, la playa y demás localidades.

Llorar para mí suele ser un acto incontrolable, catártico y muy sanador, sobre todo cuando es por tristeza. Empiezo a sentir que las lágrimas vienen del pecho, donde se siente el dolor. De ahí suben a los ojos, como una ola y no hay más que "dejar que fluya". Sacar todo en llanto y, después, sentirme inundada por un cansancio reparador.


De verdad, pobres de aquellos que, aún con la tristeza más honda, no pueden llorar. ¿Cómo le hacen? ¿No sienten que les va a explotar la cabeza y se les van a salir los ojos?


Ahora que llorar de felicidad es otro tipo de experiencia. Ahí las lágrimas vienen también del pecho, pero la cosa es positiva. Igual suben a los ojos, pero como una ola de alegría. Igual hay llantos, pero esta vez es más bien como si salieran arcoíris -¿arcoirises?- bueno, como si las lágrimas fueran de colores.


Llorar de felicidad es HÍPER CURSI, pero hay ocasiones en que no se contiene. Como cuando te dicen que tu mejor amiga se casa o que vas a tener un sobrino. ¡Es bien padre! (Ya hasta quiero llorar).


El llanto por ternura es muy parecido, pero viene más bien de ese nudo que se hace en la garganta cuando algo te sobrecoge. Tengo muy presente el día que lloré de ternura por ver una ardilla en una glorieta del Periférico, por Perisur. Ahí, parada en una piedra, en un espacio que debería estar lleno de árboles y ser su casa y que ahora es un enredo de cemento y coches. La miré un buen rato, me imagine cómo llegó hasta ahí y como saldría. Me dio muchísima ternura, se me hizo un nudo en la garganta y lloré.


El más feíto, incluso peor que el de tristeza, es el llanto por enojo. Ese nace en el estómago, en las tripas. Es horrible llorar de enojo o coraje. Las lágrimas de rabia son las más amargas, y peor cuando es contigo misma.


Yo he llorado de coraje pocas veces. Pocas, pero todas llenas de desesperación. Tanta que dejas de ver tan descabelladas esas escenas de telenovela, cuando a la villana no le sale el plan y avienta todo lo que tiene enfrente. Es un llanto de furia. He pateado el piso llorando de coraje y no es nada bonito.


El llanto de emoción es mi preferido. Suele ser un llanto sorpresivo y es el que menos puedo controlar. Puede ser detonado por las cosas más variadas. Llanto de emoción si escucho una canción que me gusta y que hacía mucho no sonaba. Llanto de emoción si el atardecer está bonito y las nubes tienen esos tonos que son entre naranja y violeta. Llanto de emoción siempre que veo el final de 50 first dates, cuando Drew Barrymore conoce a su hija en el barco, rodeados de icebergs…


El llanto de emoción es una explosión con chispas. Puede darme pena si es que estoy en público, pero en el fondo también me vale, porque estoy feliz.


Soy muy lágrima pronta. Aunque tampoco es algo que pretenda cambiar, porque al final de cuentas, es un reflejo de que estoy en contacto bien directo con mis emociones. Y si por 10 llantos de emoción llega uno de tristeza, no es mal negocio. I’ll take it. Y ustedes, ¿por qué lloran?


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