Un acto de empatía
- Laura
- 4 dic 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 dic 2023
2023 ha sido un año retador, por decir lo menos. Obviamente también ha tenido sus cosas buenas, muchas muy buenas, pero mentiría si dijera que lo miraré desde el futuro con cariño o con nostalgia.
Me urge que se acabe y me da paz saber que nunca va a volver.
Estos han sido meses de sacudida, de decepciones, de emociones desconocidas. De planes que cambian y sueños que deben sustituirse por nuevos sueños que todavía estoy descubriendo bien a bien cuáles son.
Ha sido un año de ser fuerte sin alternativas. De ser funcional, con la calidad que siempre me exijo, aún cuando no había ganas. Peleé muchas batallas. En muchas resulté triunfadora. En otras, entendí que era mejor rendirme.
Pero, como en todas las crisis, también ha sido un periodo de crecimiento personal. De revaloración de quién fui, quién soy y quién puedo ser si me lo permito, si hago el trabajo. Y lo estoy haciendo.
Hace 12 años tuve una época parecida a esta. Estuve muy triste.
Ya les había contado que soy bien lágrima pronta. Normalmente no me agobia llorar si me hace falta, delante de quién sea y en dónde me agarre. Con los años he descubierto el poder sanador de una llanto bien llorado, así que no lo contengo.
Recuerdo que hace 12 años, en esos días tristes, manejaba una noche cuando me agarró la lloradera. Ahí venía yo, lágrima y lágrima, por las calles de la ciudad, con mis Kleenex y mis canciones llegadoras.
Tenía que pasar a cargar gasolina. Me detuve de camino a casa y se acercó un señor trabajador a preguntarme lo típico: cuánto y de cuál. Bajé la ventana y fue muy evidente que se dio cuenta de mi llanto, aunque no dijo nada.
Tomó mi orden, cargó lo que pedí y limpió mi parabrisas. Pagué y, ya que me iba, me dijo: "señorita, no sé qué le está pasando, pero recuerde siempre que todo va a estar bien." Le di las gracias, obviamente llorando más porque estaba conmovida, y me fui.
Pienso en ese señor y en lo que me dijo muy a menudo porque fue cierto, todo estuvo bien. Y después mal y de nuevo bien. Y otra vez mal y otra vez bien porque así es la vida.
En este momento las cosas podrían estar mejor, pero eventualmente estarán bien. Lo sé porque ya ha pasado. Lo sé porque no hay otra opción: todo estará bien porque yo me estoy encargando de que así sea.
Les cuento esto porque es un ejemplo de cómo un pequeño acto de empatía, de calidez y de amor al prójimo puede hacer la diferencia en la vida de alguien. En la mía lo sigue haciendo, más de una década después.
No perdamos la oportunidad de tener ese gesto de corazón con alguien que veamos que lo necesite, porque puede ser una luz que alumbre cuando todo se ve obscuro.
Gracias, señor desconocido. Ojalá pudiera decirle en persona cuánto me han ayudado sus palabras en los momentos más duros que he pasado este año. Me han dado consuelo y esperanza.
Me las repito siempre que siento que no puedo más: no te preocupes, Lau; recuerda siempre que todo va a estar bien.
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